Barrio de Naranjal, parroquia de Alamor del cantón Puyango en la provincia de Loja de Ecuador.
Según relato de mi madre doña Irma Jaramillo Encarnación, su padre José Floriberto Jaramillo Torres inició su aventura con unas cuantas plantas de café arábigo y lo sembró en una de sus fincas al pie de su casa en pleno invierno de 1965. Un amante del campo, y más aún cuando descubrió el potencial y calidad de su café, las bondades de una tierra virgen que lograron grandes cosechas de este nuevo producto, impensables en aquel entonces. Mucho amor y cuidado por parte de mi abuelito; un microclima ideal para una de las variedades más exquisitas de la época, tanto así que tuvo la oportunidad de comercializarlo con intermediarios de la zona, que pronto lo pusieron a la venta en las grandes ciudades del país.
Luego otros agricultores de la zona fueron asesorados por él, siguiendo sus pasos y haciendo de la región un hábitat ideal para uno de los mejores cafés a nivel de Ecuador y una de las más ricas económicamente gracias a la caficultura. La tradición y cultivo de nuevas variedades lograron años de oro en esta actividad, pero con el paso del tiempo y la incursión de enfermedades en las fincas, cambios climáticos y el poco apoyo del gobierno de ese entonces, minoró la producción paulatinamente hasta su total desaparición. Pocos fueron los cafetos que quedaron como herencia del arduo trabajo de “Don Flori” como se lo conocía a mi abuelito, y poco o nada se pudo hacer al respecto ya que los años no perdonan y su salud también se vio comprometida hasta su deceso en diciembre de 2010.
Casi 10 años después, mi madre toma la decisión de reactivar la caficultura en dichas fincas, no es mucho lo que quedó de los últimos cafetos sembrados por mi abuelito, pero fue suficiente para motivarnos y renovar todos los cafetales y evocar su espíritu en cada acción hasta el día de hoy en que Kanta Munani trae a ustedes una nueva generación, procesos cafetaleros tecnológicos y biológicos amigables con el medio ambiente y la conservación tanto del suelo como de las cuencas hídricas, basado siempre en un proyecto de reforestación con el apoyo del sector público y privado. Son las enseñanzas , esa misma esencia con la que Don Flori nos enseñó a trabajar la tierra y siempre actuar “con sentido humano” en cada paso que demos.
Sean bienvenidos todos a disfrutar y rescatar una de nuestras más grandes tradiciones, cultura y valores que esconden estas montañas andinas de la provincia de Loja en Ecuador.
La historia continúa…